La chufa, un delicioso manjar
Aunque la chufa parezca un producto genuinamente valenciano, sus orígenes se remontan hace miles de años en África. En el Egipto de los faraones ya se consumía la leche de chufa como estimulante del apetito y para combatir los trastornos digestivos.
Fueron los musulmanes quienes expandieron el cultivo de la chufa y la elaboración de la famosa horchata en la actual Comunidad Valenciana.
Las chufas son unos tubérculos diminutos que se plantan entre abril y mayo y se recolectan entre noviembre y enero.
Para poder consumir las chufas y gozar de su dulce sabor, estos pequeños tubérculos deben secarse durante al menos 3 meses. En este período de tiempo, pierden humedad y se vuelven dulces.
Las chufas se han consumido desde tiempos antiquísimos por sus cualidades nutritivas y sus propiedades digestivas.
La leche de chufas, u horchata, es rica en aminoácidos y almidón que actúan como fibra soluble y tienen una función astringente. Es decir, que ayudan a la prevención y cura de los procesos diarreicos.
La horchata es perfecta para combatir las altas temperaturas durante los calurosos meses de verano y remineralizarnos gracias a su contenido en: fósforo, magnesio, potasio, calcio y hierro.
La leche de chufa es una bebida que nos proporciona energía y, además, tiene propiedades cardiosaludables pues su contenido en ácido oleico ayuda a reducir el colesterol y los triglicéridos.
Además, la horchata contiene vitaminas E y C que actúan como antioxidantes.
La horchata sin edulcorar es perfecta para los diabéticos porque su contenido en arginina favorece la producción y la liberación de la insulina.